Cómo hospedarse en un hotel de lujo y no quebrar en el intento
Estoy que no quepo de la emoción: en julio regresaré a Disneyworld después de tres años. Al fin podré volver a sentir la magia del lugar más mágico sobre la tierra, a lo que debo sumar la ilusión por conocer la tierra de Star Wars, la atracción de Ratatouille y dar volantines (si alcanzo lugar en la fila virtual, eso sí) en la montaña rusa de Guardianes de la Galaxia. Pero entre las varias novedades que me esperan en este viaje, hay una que nunca pensé llegar a experimentar y que tiene a mi “emocionómetro”, de su punto más alto, tres rayitas más arriba: por primera vez me hospedaré en un hotel de lujo de Disney.
Durante mis viajes previos mi casa en Disneyworld fueron los “All Stars”, que son los hoteles Disney más baratos, cosa que pensé que así sería hasta el fin de los tiempos y, si acaso alguna vez el presupuesto familiar se incrementara, el plan sería invertirlo en más días y no en mejores hoteles. Además, me encanta hospedarme ahí; su tematización es perfecta para una amante del mundo de Disney, como lo soy yo. ¿Qué pasó entonces?, ¿acaso mis preferencias ahora son otras? No, sigo siendo la misma; fue la compañía del ratón la que cambió las reglas del juego ya que con su decisión de limitar el horario extendido nocturno a los hoteles de lujo hizo que empezara a pensar en, digámoslo así, expandir mis horizontes. Ahora bien, ¿me saqué la lotería? ¡Para nada! ¡Brincos diera! Simplemente encontré otra forma de hacer las cosas, la cual tiene nombre y se llama “Disney Vacation Club” (DVC).

El DVC es el tiempo compartido de Disney, aunque a la compañía no le gusta llamarlo así. A diferencia de otros tiempos compartidos, los socios del DVC, en lugar de días o semanas, compran puntos, los cuales pueden redimir por noches en cualquiera de las villas existentes en los hoteles de lujo. Y aquí viene lo interesante: si por alguna razón en un año determinado un socio no planea utilizar sus puntos puede alquilarlos a un tercero, brindándole la oportunidad de vivir una experiencia de lujo a precio moderado o, incluso, como fue mi caso, económico.
No voy a marearlos dándoles cifras, que pronto quedarían desactualizadas pues siempre están sujetas a variación pero, para darles una idea, les cuento que por un estudio para cuatro personas en el Old Key West, uno de los hoteles de lujo más baratos, pagué lo mismo que por una habitación preferida en los All Stars, cuyos precios conozco muy bien porque también me hospedaré en uno de ellos, en el Music, ya que haré una estancia dividida.

¿Pero cómo?, ¿Pudiendo pagar lo mismo por un hotel de lujo que por uno económico decidí dividir mi tiempo entre ambos? Bueno, lo que pasa es que en el alquiler de puntos del DVC no todo es color de rosa. Hay dos maneras de acceder a este esquema: una, la más barata, es contactando de manera directa a un socio del DVC, lo cual puede hacerse mediante ciertos foros especializados en la materia. Quien se incline por esta opción debe estar consciente de su elevado riesgo, ya que no hay contrato de por medio, solo la buena fe entre las partes. Como advierten en www.disboards.com, página que incluye a uno de los foros de renta más populares, este tipo de transacciones debe ser considerada “buyer beware” (comprador váyase con cuidado).
Yo, que no soy amiga de las emociones fuertes ni de correr riesgos innecesarios, preferí la otra opción, que es la de recurrir a una agencia que sirva de garante de la operación. Existen varias empresas para rentar puntos del DVC, algunas más baratas, otras más caras, pero todas con restricciones semejantes tanto en lo referente a sus esquemas de pago como en sus políticas de cambio o cancelación, con reembolsos limitados o inexistentes.
Por esa razón, buscando perder lo menos en caso de cancelación, decidí limitar mi estancia en el Old Key West lo justo para asegurarme el disfrute del horario extendido nocturno en Epcot y Magic Kingdom, y para el resto del viaje adquirí un paquete directamente con Disney, aunque con la ayuda de un agente de viajes algo que, por cierto, también constituye una nueva “primera vez” para mí. No les miento, estoy feliz con todo: con regresar a mi amado All Star Music; con tratar con un agente de viajes; y con llegar a un hotel de lujo, y todo sin salir de mi presupuesto. ¿Ya ven porqué mi “emocionómetro” está a punto de reventar? ¡Yeah!