La nueva Sirenita, ¿mejor que la anterior? Mi reseña del live action The Little Mermaid (2023)

Debo admitir que tenía muy bajas expectativas sobre la nueva versión de live action del clásico de Disney La Sirenita. Esto en gran parte debido al desastre que fue el último remake que hizo la compañía con la versión de 2022 de Pinocho, que tal vez ha sido una de las peores películas que he visto en muchos años, además de ser una real ofensa contra el profundo y, de alguna manera filosófico, mensaje del clásico de Disney de 1940.

La Sirenita animada de 1989 es una de las películas más importantes de la historia del arte de animación. Para ser honestos, esta película nunca me interesó tanto por su historia ni por sus propuestas artísticas, sino más precisamente por su relevancia histórica. Y es que, como ocurre con algunas de las obras de arte más grandiosas, su importancia no radica tanto en su calidad intrínseca (que es algo que se modifica con el gusto de los tiempos), sino en esa misma repercusión histórica de la pieza: la película rescató económicamente a una compañía en crisis en los años ochenta y abrió el magnífico periodo de la historia del cine de animación conocido como el Renacimiento de The Walt Disney Company, que nos trajo obras como La Bella y La Bestia o el Rey León. Un periodo con el que yo mismo crecí y que alimentó desde mi infancia mi gusto por Disney y por el arte popular de animación.

Dicho lo anterior, a pesar de tener una de las mejores bandas sonoras en la historia de Disney y de abrir el paso a un género de musical que yo si podía disfrutar, la Sirenita de 1989 me pareció una de las obras más naíf del Renacimiento de Disney, que carecía de la profundidad y madurez de otras películas posteriores, o incluso anteriores de la compañía como la mencionada Pinocho.  

Como se habrán dado cuenta, mi acercamiento a esta nueva versión del live action de La Sirenita no está, en ninguna circunstancia, basado en una perspectiva de la película como crítico de cine -cosa que no soy, ni me interesa serlo-; sino más desde cómo el filme se ubica en esta historia de la animación de Disney y en su relación con la película que le da inspiración.

La nueva versión dirigida por Rob Marshall sigue casi el pie de la letra la trama de la “original”, con algunos cambios que, en mi opinión, no afectan en absoluto la historia, la narración, ni el tema de la obra, cosa que sí ocurrió en Pinocho (2022). La Sirenita de 2023 es todo lo que esperas de una película de Disney: es extremadamente cursi y empalagosa, es épica y emotiva, y tiene una construcción artística que te lleva en un viaje de un par de horas por un mundo mágico y fantástico, y que te deja luego en el mundo real con unos buenos temas musicales en tu cabeza por varias horas más. No es menos que eso y no tiene intenciones de ser algo más.

Me centraré sin embargo en la actuación de Halle Bailey (Ariel) que es tal vez uno de los mayores logros de la película. La actriz le ha agregado a su interpretación de “Part of Your World” un sentimiento de urgencia que no tenía, en mi opinión, la versión de Jodi Benson, quien presenta su versión de 1989 de una manera mucho más armoniosa.

Siempre he pensado que la grandeza de una canción en un musical, particularmente los de Disney, radica en cómo aquellas letras y melodías permiten conocer un poco más sobre las luchas internas de los personajes y las motivaciones que impulsan sus actos, como ocurre magistralmente con Reflection de Mulán. Una buena canción en un musical marca el derrotero de la trama y le otorga sentido a la misma.

En el caso de la interpretación de Benson de este clásico tema, la dulzura de su interpretación hace que pensemos que Ariel sea impulsada a ser “parte de ese otro mundo de los humanos” como sueño esperanzador, como una añoranza del tipo “qué bueno sería si pudiese…”. En el caso de Bailey, por el contrario, la actriz presenta la canción con un sentimiento de urgencia y de necesidad, casi al punto de la desesperación. Esto se ve claramente en la icónica escena de las olas, en las que Bailey presenta una de sus mejores interpretaciones en todo el filme.

Como mencionaba, tal diferencia en la interpretación del clásico musical es fundamental para entender las motivaciones del personaje y el cambio que realiza Disney en esta nueva versión: mientras la Ariel de Benson cae en la trampa de Úrsula por su inocencia, la de Bailey lo hace por un impulso de llevar sus objetivos a la realidad, cueste lo que cueste. Una Ariel, en definitiva, con más ímpetu, pero sin perder la dulzura y belleza de la anterior.

Es precisamente ese ímpetu, esa fuerza y vehemencia de la Ariel de Bailey, la que marcará posiblemente la importancia histórica que tendrá la nueva Sirenita de live action. Si bien esta nueva versión no cargará con el peso de salvar financieramente a los estudios que la producen, ni marcará el comienzo de un nuevo género cinematográfico, como su antecesora lo hizo; tiene la posibilidad de marcar un hito, en una compañía que ha direccionado sus esfuerzos creativos por un revisionismo histórico del papel que sus obras han jugado en la representación de minorías étnicas, de género o de sexo.

Esta no será la Ariel de 1989, pero es una mejor Ariel. Mejor porque es la nuestra, la de nuestro presente diverso, contradictorio y confuso. Una Ariel que busca con fuerza, como muchos de nosotros, encajar y hacer parte de un mundo que aún no terminamos de entender.

Federico Argar

Editor de SiDisney, historiador del arte y agente de viajes certificado en Dreams Unlimited Travel

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