Reseña de Turning Red: el lanzamiento más reciente de Disney Pixar
Pixar de la mano de Walt Disney Pictures nos ha hecho una nueva entrega: Turning Red, una fantástica película animada dirigida por la directora, guionista y animadora Domme Shi que tiene ya una década trabajando en Pixar, siendo parte de películas como Intensamente, la segunda entrega de Los Increíbles y la última de Toy Story, además de haber sido directora de Bao, el hermoso cortometraje galardonado con la estatuilla de oro.

La película fue lanzada hace unos días directamente en Disney Plus, sin ser proyectada en las salas de cine. Así que cerré mi día con una gran ilusión por ver Red (como ha sido titulada para los países de habla hispana) ¡Y superó mis expectativas! Es una película que aborda de una manera divertida el complejo y fascinante mundo de una chica adolescente a inicios del año 2000 y que, como Domee Shi, es canadiense con ascendencia china.
Mei Lee, nuestra protagonista, vive en Toronto, es hija única de una familia con profundas raíces chinas. Con 13 años de edad se ha destacado desde pequeña en todo cuanto ha participado, encontrando en sus triunfos la aprobación de su mamá Ming, que no ha logrado darle su espacio y se aparece en cada momento de su vida, resultando en instantes terriblemente embarazosos. Bastan tan sólo unos minutos para quedar atrapados por la historia.

Su familia orgullosamente mantiene vivo un Templo Chino al que se dedican en cuerpo y alma. Cuidar de este santuario fue algo que durante la infancia de Mei la unió a Ming, sólo que, con el paso del tiempo, sus intereses se han diversificado y eso a Ming no le agrada. La película socialmente nos evoca la época en la que las bandas musicales de chicos estaban en la cúspide. Para todos los que vivimos ese momento, la película nos transporta de inmediato a nuestra vivencia, haciéndonos reír sin parar. Mei desde luego es fanática de un de estas bandas junto con su grupo de amigas que la acompañan en todo momento.
En la montaña rusa de emociones que Mei vive, un día la lleva a convertirse en un adorable panda rojo que impacta por completo su vida. En el camino descubre que, al encontrar la calma, sus emociones alcanzan un equilibrio y vuelve a su forma humana. ¿Cómo no identificarse con ella? Si cada uno de nosotros materializáramos el estallido de nuestras emociones, seguramente sería algo más que un tierno panda ¿Cierto?

Más allá de la animación increíble con claros tintes kawaii, la película tiene un trasfondo profundo que toca el interior. La película aborda con gran acierto la revolución interna que la adolescencia trae consigo. Refleja el profundo amor que se tiene por los padres y cómo el desarrollo de la identidad en un adolescente hace que comience a establecer sus propios límites. Nos muestra con absoluta claridad como aprendemos patrones que se repiten inconscientemente y como a pesar de la evolución de la humanidad aún hay temas que son un tabú en el seno familiar. Explora con gracia el primer enamoramiento y como en la adolescencia los amigos cercanos se convierten en una red afectiva única.
Desde mi particular punto de vista, es una película que vale la pena 100% ha sido dirigida de manera inteligente, creativa, con un estupendo sentido del humor y refleja el mundo que vive un adolescente.